Crítica al comunismo (II): la aplicación del sistema

En la anterior entrada he criticado la tesis de Marx, simplemente criticando los argumentos que él da para apoyar el comunismo, en concreto el materialismo histórico y la lucha de clases como motor del cambio y la revolución social.
En esta entrada, sin embargo, voy a obviar todos estos argumentos y voy a plantear si verdaderamente se puede implantar un sistema comunista en el mundo.
Yo creo firmemente, que si viviéramos en un mundo perfecto, donde no existiese la corrupción, los celos, la envidia, el ansia de poder, ni siquiera desastres naturales, el comunismo sería el mejor sistema económico sin ninguna duda. Y lo creo porque, dados estos supuestos, cada individuo sería 100% productivo. Cada uno desempeñaría su cargo no por el bien propio, sino por el bien de la humanidad. No existirían personas que no hiciesen su trabajo porque, al tratarse de una sociedad perfecta, todo el mundo sería perfectamente solidario.
Sin embargo, el mundo en el que vivimos claramente no es así: vivimos en un mundo donde el ansia de poder, la envidia, muchas veces también la vagancia están muy presentes. No estoy diciendo que no existan personas bondadosas, pero desafortunadamente las manzanas podridas pudren el cesto. No podemos obviar esta lacra de la sociedad que, siendo sinceros, nos mueve a todos un poco. Es necesario preguntarse no cuál es el mejor sistema en unas condiciones ideales, sino cuál es el mejor sistema en este mundo.
Contrariamente a lo que pasaba con la sociedad ideal de Platón, donde ésta no se trataba de un sistema único, el cual había que seguir sí o sí, sino que era un modelo a imitar, y aunque la imitación no fuera perfecta, sería aun así positiva. Lo que quiero decir es que al estado ideal de Platón se le puede imitar, y aunque no sea una imitación perfecta, aun así en teoría es mejor que distanciarse demasiado. Con el comunismo en cambio, nos encontramos ante un caso de todo o nada. O se implanta bien, o se implanta tremendamente mal, y ahora explicaré por qué.
Si le preguntamos a Marx cómo se debe implantar el comunismo, él nos dice que se debe pasar por dos fases: la dictadura del proletariado y la aplicación definitiva del comunismo.
Pues bien, la primera fase, y se ha comprobado (empíricamente, podríamos decir) es tremendamente peligrosa. Marx plantea no que se abola la propiedad privada, sino que se atribuya todas las propiedades al Estado, a la dictadura del proletariado. Bien, este planteamiento guarda una contradicción en sí mismo, y es que se le trata al "Estado" como un ente abstracto, con vida propia, el cual decide atribuirse espontáneamente la propiedad privada, y esto no es así, un Estado que sea capaz de hacer esto debe ser presidido por un Gobierno, el cual, por supuesto, está formado por personas. Por tanto, esta primera fase no consiste en transformar a todos los hombres en proletarios y crear una dictadura del proletariado. Esta fase consiste en, por un lado, es verdad, transformar a la mayoría de la población en clase proletaria, pero a su vez en crear una nueva clase dictatorial. La creación de este régimen solo es justificable si de verdad es este un régimen temporal, de transición, pero la probabilidad de que esto suceda es baja. Y el caso es que no solo nosotros, que vivimos en el s. XXI somos los que tenemos la perspectiva suficiente como para ver que es en realidad esto lo que pasó en Rusia, en Corea del Norte o en Venezuela. Marx también tenía esta perspectiva con, por ejemplo, el despotismo ilustrado, donde personas con ideas reformistas, que se daban cuenta que la situación social del país era injusta, incluso dándose cuenta de que su propia situación de superioridad en el poder era injusta, no actuaban como deberían. Y entra aquí precisamente en escena el motor al que me refería al principio del artículo: el de la codicia, concretamente. No sabemos si las personas a las que les damos el poder absoluto reaccionarán como esperamos. No sabemos si de verdad devolverán todo el poder una vez termine su misión de consolidar la sociedad comunista.
Pero es que aun habiéndose implantado con éxito el comunismo, seguramente sería un sistema que no funcionaría bien, y por una sencilla razón, y es que el Gobierno, aunque nos caigan mal los políticos, aunque no nos guste que exista es necesario, tiene una razón de ser. Me remito de nuevo al principio de la entrada: el mundo no es perfecto, y es que cuerpos como el de bomberos, el de policía, hospitales..., son necesarios. Y es que ahora que vivimos sumergidos en el mundo de la globalización no nos damos cuenta, quizás  porque forma parte de nuestra vida cotidiana, pero es que los recursos del planeta no están uniformemente repartidos, y para construir un hospital, sea donde sea, hacen falta una variedad de recursos que no tienen por qué estar en el lugar donde se quiere construir éste, sino que puede que estén muy alejados. Por tanto, hace falta una organización, obviamente no solo para hospitales, sino para cualquier tipo de infraestructuras que vemos cotidianamente.
Seguramente uno de los cuerpos que más se critica en la actualidad pero que seguramente sea uno de los más necesarios es el policía. Si se implantare el comunismo, la gente no se volvería mágicamente buena. Seguirían habiendo casos de violencia, drogas, violaciones asesinatos... Este es un aspecto que no se puede obviar. Y si bien es quizá posible una solución alternativa a un Gobierno en el caso anterior, en el de las infraestructuras y los recursos, aunque seguramente sea discutible, la necesidad de un Gobierno que organice la policía es incontestable, y es que no es ni ético ni moral que el mecanismo que imparta justicia, viviendo en supuesto estado comunista global, no sea justo e igual para todos. Y esta igualdad tiene que ser garantizada por un órgano neutral, global.
Además, poderes como el ejecutivo son también necesarios. Un ejemplo sería la huelga de controladores aéreos del 2010, en la que decenas de aeropuertos quedaron inoperativos por la ausencia de los mismos. El Gobierno tuvo que declarar el estado de alarma y militarizar a dichos controladores. Si bien es verdad que una huelga por una subida del sueldo, como fue el caso, no tendría sentido en un estado comunista, podría haberla por cualquier otro motivo. Si la hubiera y no existiese un Gobierno, no se podría reaccionar de ninguna manera a situaciones como esta.
Es por todo esto por lo que decía al principio de la entrada que el comunismo es un "todo o nada". La necesidad de un Gobierno es palpable, es tangible, aunque no nos guste. Darse cuenta de esto e intentar formar un Gobierno más justo fue uno de los pasos decisivos que tomaron los griegos con la democracia. El comunismo solamente presenta dos fases: o hay dictadura, o no hay Gobierno. Es por tanto en mi opinión un sistema que no se ajusta con la realidad del Mundo en el que vivimos, es un sistema que, a pesar de su buena intención, está condenado a la injusticia y al fracaso.










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